Si cantan, es ti que cantas
Si choran, es ti que choras
I es o marmurio do río
I es a noite i es aurora
(Negra sombra)
Son ciudades vacías,
tiempo de no embarcar metáforas,
huir perseguidos por los dedos del aire
sin ver que es peor lo que puede acosarnos.
No ver a la bestia tras una luz opaca que no admite gestos, como las piedras:
detenerse o continuar,
perseguir la estrella del triunfo y parar en su propio límite.
No es el signo quien nos acosa, son las calles, la propaganda,
cortinas cerradas a la realidad.
No te duelas si mañana no existimos.
Sin sombras y con malos humores queda la calle, mientras el hombre, peregrino siempre de lo absurdo, alborea en caminos sin construir.
No me repliques
que no te gustan las gardenias,
ni la flor del naranjo cuando perfuma.
Si miro a tus ojos los destellos no son inocentes.
Casi intocable asoma la juventud por las mañanas, ¿entonces? hoy es distinto, no rodará otra vida ensangrentada, la imagen de la primavera: nacerá verde.
Quebrada la mano quiere taparse los ojos, y el pie, desnudo, andar sobre sonrisas que vuelen alto.
A LA INTEMPERIE
Con el dolor marcado en la epidermis
amanece un día que no pare sol,
canta un suspiro, y sigue andando
para perderse entre el aire y la palabra.
No sé dónde, ni cuándo
podrá libar un verso prolongado,
o dejará de hervir su corazón a intemperie.
El infortunio decreció con el tiempo
aumentando su fulgor en lejanía.
Ahora subsiste aquí, o allá, contigo,
sintiendo un beso ilegítimo en los ojos.
Mañana, Dios dirá.
Camina entre motivos y caudales
hasta que muera la tarde.